Tipas rapaces, pequeñas hechiceras, lindas infinitas. Ahí van los temas de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (los Redondos) que contienen actriz principal. Un cóctel que no se mezcla solo...
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"También ríen en los charcos los inmundos renacuajos cuando rozan el plumaje de algún cóndor que cayó"
lunes, 20 de septiembre de 2010
sábado, 11 de septiembre de 2010
LA SUTIL MATERIA DE UN POEMA CONCLUIDO
El Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal se divide en siete "libros", los cinco primeros forman la novela y los dos restantes, el VI ("El Cuaderno de Tapas Azules") y el VII ("Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelfia") funcionan como apéndices.
Tiene mucho de autobiográfico, con nombres en clave (Pereda es Jorge Luis Borges, Samuel Tesler es Jacobo Fijman, Schultze es Xul Solar, el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortíz, Solveig Amundsen es Norah Lange, etc). Fue escrito entre las décadas del ´30 y ´40 del siglo pasado y generó un lenguaje particular, una forma totalmente nueva de escribir por estos pagos, llevando a la obra por los terrenos del humor, la tragedia o el sainete. Marechal declaró que tomó a la novela como lo "sucedáneo legítimo" de la epopeya y que al escribirlo no entendió salirse de la poesía.
En el relato una gran angustia signa el andar de Adán...la misma que caracteriza a los argentinos, eso que algunos llaman melancolía y otros resignación. Así Cielo y Tierra se convocan en el Villa Crespo de la década del ´20: ángeles de cemento, incubadores de barrio, neocriollos y numerosos personajes que sólo Marechal, "el francotirador literario", pudo crear. Homenaje al barrio, a ese lugar que es así porque es para uno; a esas cuadras que siempre se recorren y se redescubren, esas que son sagradas y que encierran el sentido de la vida.
Y en la novela son las cuadras que van desde Monte Egmont al 300 (hoy Tres Arroyos), Gurruchaga hasta Triunvirato (hoy Corrientes) y Canning (Scalabrini Ortíz) hasta Warnes.
Al leer el Adán por primera vez y siendo muy joven, Tornillo quedó obnubilado con el lenguaje que manejaba y el tipo de cosmovisión que presentaba. Pero con la relectura la oscura nube se hizo presente sobre su cabeza. Y hasta Villa Crespo se fue con la esperanza de realizar un bonito trabajo antropológico: recorrió las calles, hurgó los umbrales, giró en las ochavas mitológicas. Pero para llegar hasta Él es necesario un trabajo arqueológico mucho más intenso. El barrio está allí; Adán está ahí...sepultado, pero esperando.
Como dijo Cortázar en 1949: "...a los más jóvenes toca ver si actúa como fuerza viva, como enérgico empujón hacia lo de veras nuestro. Estoy entre los que creen esto úlimo y se obligan a no desconocerlo".
Tiene mucho de autobiográfico, con nombres en clave (Pereda es Jorge Luis Borges, Samuel Tesler es Jacobo Fijman, Schultze es Xul Solar, el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortíz, Solveig Amundsen es Norah Lange, etc). Fue escrito entre las décadas del ´30 y ´40 del siglo pasado y generó un lenguaje particular, una forma totalmente nueva de escribir por estos pagos, llevando a la obra por los terrenos del humor, la tragedia o el sainete. Marechal declaró que tomó a la novela como lo "sucedáneo legítimo" de la epopeya y que al escribirlo no entendió salirse de la poesía.
En el relato una gran angustia signa el andar de Adán...la misma que caracteriza a los argentinos, eso que algunos llaman melancolía y otros resignación. Así Cielo y Tierra se convocan en el Villa Crespo de la década del ´20: ángeles de cemento, incubadores de barrio, neocriollos y numerosos personajes que sólo Marechal, "el francotirador literario", pudo crear. Homenaje al barrio, a ese lugar que es así porque es para uno; a esas cuadras que siempre se recorren y se redescubren, esas que son sagradas y que encierran el sentido de la vida.
Y en la novela son las cuadras que van desde Monte Egmont al 300 (hoy Tres Arroyos), Gurruchaga hasta Triunvirato (hoy Corrientes) y Canning (Scalabrini Ortíz) hasta Warnes.
Al leer el Adán por primera vez y siendo muy joven, Tornillo quedó obnubilado con el lenguaje que manejaba y el tipo de cosmovisión que presentaba. Pero con la relectura la oscura nube se hizo presente sobre su cabeza. Y hasta Villa Crespo se fue con la esperanza de realizar un bonito trabajo antropológico: recorrió las calles, hurgó los umbrales, giró en las ochavas mitológicas. Pero para llegar hasta Él es necesario un trabajo arqueológico mucho más intenso. El barrio está allí; Adán está ahí...sepultado, pero esperando.
Como dijo Cortázar en 1949: "...a los más jóvenes toca ver si actúa como fuerza viva, como enérgico empujón hacia lo de veras nuestro. Estoy entre los que creen esto úlimo y se obligan a no desconocerlo".
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