"También ríen en los charcos los inmundos renacuajos cuando rozan el plumaje de algún cóndor que cayó"

sábado, 27 de octubre de 2012

De Condes, Abates y Castillos


Hacer una película basada en una novela tan exitosa y larga como “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas (padre) no es tarea sencilla. Tampoco es sencillo un análisis de comparaciones entre el film y el libro debido a la gran cantidad de personajes y situaciones que se presentan. Por lo que tomaremos una resolución: analizar la escena de la prisión como parte para estudiar toda la historia. Motivado esto por ser el capítulo de la novela “más cinematográfico” y un punto de inflexión. Será allí donde el personaje principal, Edmundo Dantés, inicia su idea de venganza (paradigma de la historia), convirtiéndose en el Conde de Montecristo.

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Los actores de The Count of Monte Cristo, film del año 2002  dirigido por Kevin Reynolds, que protagonizan la escena de la prisión son: James Caviezel (Edmundo Dantés) y Richard Harris (Abate Faria), a los que habría que sumarle sólo por esta vez al personaje que interpreta Michael Wincott (Dorléac).
En la adaptación de Reynolds se tomaron demasiadas licencias en cuanto a los vínculos entre los personajes y además se buscó “modernizar” la trama para que pareciera lo más contemporánea posible -El libro fue publicado en 1845 -. Es una adaptación en donde se elimina la nube dramática que cubre a la novela para hacer la película lo más dinámica y pura de aventuras, sin buscar otra pretensión que entretenimiento y dejando a la historia huérfana de emoción, con una venganza precipitada y sin tensión. Se descuida la reflexión y el cambio existencial que opera en el personaje de la novela mientras está en prisión.

Lo más sobresaliente es que justo en esta escena encontramos a la mejor interpretación de la película: el veterano irlandés Richard Harris como el anciano Abate Faria, compañero de cautiverio de Edmundo. Si alguien trata de imaginar un actor perfecto para este personaje, helo aquí. Explotan al máximo su apariencia física y su pícara presencia. El aspecto técnico es lo segundo a destacar. Se han cuidado mucho la fotografía, las locaciones y los vestuarios. El Castillo de la isla de If es una cárcel para los inocentes que cuestionan al poder establecido. Los interiores se situaron en los estudios irlandeses y los exteriores de la prisión en la Isla de Comino, en Malta, allí también hay un  castillo al borde de unos acantilados.




Algunos de los aspectos que no se cuidaron son, por ejemplo, lo inverosímil del paso del tiempo de los actores, que no varía para nada tras 20 años…el imberbe Edmundo no es reconocido en la barba cuidada y refinada del Conde (algo así como sucede con las gafas y el jopo en Clark Kent y Superman).  
El otro gran desacierto es el embarullado final del film. Se producen encuentros y resoluciones al estilo de una novela televisiva mexicana. Pero creo que con un buen balde de pochoclos y una pizca de atención se deja llevar.

sábado, 6 de octubre de 2012

Las risas no grabadas en El Chavo

Se puede seguir la evolución de El Chavo a través de las risas no grabadas: las de los camarógrafos, utileros, productores, familiares y amigos de los actores. Aquellas otras risas pre-grabadas que muchas veces se encuentran descolocadas y otras veces se sienten algo forzado le quitan el toque de espontaneidad a la serie. Carlos Villagrán comentó alguna vez que como los gringos hicieron un estudio que demostraba que al escuchar risas grabadas se lograba risas en el televidente, ellos las usaron.
Para los que prefieren las carcajadas espontáneas y contagiosas de la gente que se reía estando realmente ahí porque no podía creer lo que estaba viendo, que la pasaban bien mientras grababan el programa. Para ellos van estos videos.

Los personajes que más hacían reír al personal tras las cámaras eran Don Ramón y Quico, destacándose cuando se juntaban e improvisaban y el primero tentaba al segundo.
Algunas veces, cuando no se encuentran en escena, podemos reconocer la risa de Edgar Vivar o de María Antonieta de las Nieves. Otras veces las risas de niños, entre los que se encontraba Sylvia Villagrán, la hija de Carlos. En una entrevista dijo que presenció las grabaciones de los programas y jugaba en la vecindad de niña (nació en 1968) y muchas veces son sus risas y gritos los que se oyen detrás de cámaras.

Haremos un recorrido cronológico del asunto…

En los capítulos de 1972 se destaca la improvisación y la sorpresa. Donde el staff se ríe sin filtro (tal vez Chespirito y Segoviano así lo deseaban), tentando a los actores, empujándolos a improvisar y llegando a cambiar muchas veces el curso del libreto original, como en los destacados capítulos de “La Cerbatana” y “Don Ramón Carpintero” (con la mítica remera blanca con el “chivo” del Chapulín).


En 1973 los personajes se van a ir encaminando a sus características definitivas pero todavía perduran las grandes improvisaciones.


En 1974 se destaca notablemente como Don Ramón era el motor para hacer reír al staff, son claros ejemplos cuando le dice a Quico “te pareces a flipper” o cuando improvisa y habla dormido. Hasta sin decir palabra mataba de risa a todos, como en “El Ratón de Quico”.


En 1975 el programa está totalmente afianzado y con un éxito mundial. Es el mejor año de El Chavo. El libreto es perfecto, los personajes ya tienen todas su personalidad y quedaba el espacio justo para la improvisación, por lo que se nota que la pasaban muy bien y la gente que estaba ahí se reía mucho. Este es el año donde destacan las payasadas de Quico haciendo reir a todos, tanto los de detrás de cámaras como los actores (“La casa de la bruja del 71”). Va en dos partes...


Para 1976 las risas empiezan a menguar, aunque todavía se rescatan grandes momentos: en “Don Ramón Pintor” (la segunda versión) donde claramente es Edgar Vivar el que se ríe a carcajadas detrás de cámara.


Llegando a 1977 las risas son inversamente proporcionales a los problemas entre los actores fuera del programa. Aparecen únicamente cuando la gracia sobrepasa los chistes repetidos y esperados.


Ya en 1978, cuando Villagrán deja el programa las risas casi desaparecieron, en parte debido a la gran repetición de los sketchs, salvo excepciones casuales.


En 1979 dejará el programa (hasta 1981) Don Ramón, por lo cual las risas de ahí en más serán sólo apariciones totalmente casuales. Dejo dos únicos momentos que valen la pena: “la indigestión del Chavo” y cuando entra toda la tierra en el ojo a Ñoño (ya en 1980).


A partir de 1982 aparece un anuncio antes de cada sketch que decía “Por una cuestión de respeto al público este programa no contiene risas grabadas”. Las mismas son reemplazadas con efectos de sonido. Para entonces el programa estaba muy sobreactuado, los chistes eran repetidos y los niños de la vecindad estaban llenos de arrugas.
Si alguien sabe dónde se encuentran los capítulos sin las risas pre-grabadas será bienvenido. Por lo que se dice, se grababa arriba de las cintas por lo que sería bastante difícil conseguirlos.