El Viejo se
expresaba a través de sus imágenes. Si bien era un gran lector, no contaba
historias propias, necesitaba siempre un guionista. La historieta “Un Tal
Daneri” de Alberto Breccia, es el primer laburo que hará junto al guionista
Carlos Trillo, en forma esporádica desde el setenta y cuatro al setenta y siete. Dirán
por ahí que el Viejo laburaba para él mismo, no para un mercado; y así, en estas
empastadas texturas y sus trazos negros de gillette sobre gran manto blanco,
intenta recuperar un poco de su infancia y adolescencia, ambientando la
historia en los rincones más oscuros del barrio de Mataderos –en ningún momento
en la historieta se nombra, está implícito-. Si bien era uruguayo (dirán, escéptico
como todo uruguayo), pasó sus años mozos en el mentado barrio de Buenos Aires.
Las influencias del Viejo eran el cine de Eisenstein, los expresionistas
alemanes y tipos como Milton Caniff, Hal Foster o Will Eisner. Como se verá en
las páginas de Un Tal Daneri, siempre intentaba construir algo dramático a
pesar de que los personajes estuvieran hablando giladas.
La bruma
invade la historieta. Y en el claroscuro de estas páginas brota la literatura.
Páginas cubiertas por un clima de duelos de cuchilleros borgianos, de
cortazarianos boxeadores en tristes peleas torpemente arregladas, de piringundines de
mala muerte con vedettes venidas a menos que solo pudo describir Arlt, de esquinas marechalianas con pintadas
de brocha gorda en descascaradas paredes; todo tan quedado en el tiempo como los
tangos que suenan en un piano mientras se juega al billar. La primera
reminiscencia a Borges se da en el título. Carlos Argentino Daneri no es otro
que aquel rival ficticio del no menos ficticio Borges en el cuento “El Aleph”.
Son 8
historias cortas. También dirán por ahí que el número puesto en forma
horizontal grafica la cinta de Moebius, el infinito, aquel infinito del Aleph. Aunque
cada historia es autoconclusiva, se vuelve infinita al releerla. Se consiguen fácilmente por la web. La que más
me gusta de estas historias es la primera, titulada “Cara marcada”. Ahí va…
En cuanto al
guión de Trillo, es recurrente la sensación de cumplimiento de destinos. Del
mismo modo que en Borges, la muerte es algo que sólo espera, hay un inexorable designio
que cumplir. Con esta frase comienza una de las historias: “Hay un momento en
que la noche agota su euforia y su melancolía. Y se dispone a morir”. No se
sabe muy bien si Daneri es un detective a sueldo, un simple cumplidor de destinos
o un justiciero por naturaleza. Es un personaje que podría ser nombrado en alguno
de los primeros discos de La Renga, ser el capo de la barra de Nueva Chicago o tranzar
al borde de un improvisado ring de box en alguna de las sociedades de fomento
de ese oscuro barrio (salpicado de sangre y luna dirán) al que algunos
consideran una República.
A Borges
luego, Breccia lo incluirá como personaje en el también claroscuro Perramus (con guión de
Sasturain), pero ya nos encargaremos de eso.
Me tomo el 92 y vuelvo.
Me tomo el 92 y vuelvo.