Los sátrapas y los gobernadores chupamedias de la Babilonia del rey Darío buscaban un pretexto para acusar al profeta hebreo Daniel de algún crimen contra su estado y, envidiosos, urdieron un plan. Hicieron que el rey promulgara (y firmara engañado) un decreto que prohibía orarle a cualquier dios o persona que no fuera él, so pena de muerte.
Daniel fue alcahueteado cuando oraba en secreto y fue arrestado. Entonces el
rey Darío se vio obligado a cumplir su ley con cierta culpa, y antes de arrojar
a Daniel a una fosa con leones le dijo: “Que tu Dios te
libre”.
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| óleo de Rubens, 1615 |
Al día siguiente Darío visitó angustiado el foso esperando ver sólo a las fieras y sorprendido descubrió que Daniel estaba sano y salvo. Dios había enviado un ángel para cerrar la boca de los leones porque lo sabía inocente. Al ver esa maravilla el rey mandó sacar a Daniel y obnubilado en su sorpresa ordenó que los hombres que lo habían acusado ¡junto con sus familias! fueran arrojados al foso. Antes de que tocaran el piso de la fosa los leones se lanzaron sobre ellos y los despedazaron en el aire.
Luego, el rey Darío proclamó un edicto que
ordenaba a todas las naciones de su reino que respetaran y temieran al Dios de
Daniel.
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| óleo de Briton Rivière, 1872 |
El Tío Asimov en su Guía... nos dice que
no sabemos nada del Daniel que dio nombre al libro, salvo que debió ser un héroe
popular judío en el exilio babilónico con una piedad ejemplar y famoso por su
sabiduría. Y antes de irse nos grita que este libro apocalíptico se escribió en el Siglo II a.C. como
crítica al reino seléucida que sometía a los hebreos.
El gran disco Dois de la banda brasilera Legião Urbana (que no me cansaré de evangelizar) abría a toda metáfora así:
